viernes, 8 de mayo de 2009

De Manchas, Escondidas y otros Juegos...


Erase una vez un tiempo donde los niños llenaban las calles cargándolas de sus risas alegres y traviesas, donde correteaban, saltaban y jugaban todo el día. Un tiempo en dónde no existían computadoras ni celulares, donde la era digital y virtual todavía no había extendido sus tentáculos, donde las horas eran laaargaaasss, la inseguridad era una palabra extraña en el vocabulario cotidiano, y los chicos podían darse el lujo de permanecer jugando en la vereda o en las plazas hasta que cayera la noche.
Hoy en día, el fantástico ritual de los juegos tradicionales murió. Hoy ya no hay grupos de niños ocultándose donde fuere (autos estacionados, puertas, canteros, árboles…). Ya no se escucha la cuenta de aquel que apoyado en la pared con sus ojos cerrados al final anunciará que “el que no se escondió se embromará”; o aquel héroe que al grito de “Piedra libre para todos mis compañeros”, salvará a los incautos cuyos escondites han sido descubiertos. Hoy en día ya no pueden verse chicos persiguiendo chicas o viceversa, emulando a policías y ladrones; ni veremos tampoco al pobre saltando en una sola “pata”, intentando dar alcance a alguno de sus amigos y así librarse de la maldición de ser Mancha Mosca. Tampoco al infortunado que en la Mancha Venenosa, fue tocado con malicia en el tobillo, o el malón persiguiendo a los pocos sobrevivientes en la Mancha Indio… ¿Qué fue de aquellos antecedentes de las Estatuas Humanas que se esmeraban por no mover un músculo cuando el que daba la señal declaraba: “43, 70, Un, dos, tres, sopa ya”? ¿Qué, de las niñas saltando al elástico al compás de una cancioncita inventada para la ocasión, la soga, o esos juegos de golpearse las manos? Ya no hay más Rango y mida, Cachurra monta la burra, 14 la perdí, o cualquiera de las encarnaciones que tuvo el rango. Ni las rondas de los más pequeños o los cantos inocentes: “Ya no hay quien se ría para irse al cuartel; y sobre el puente de Avignon ya no canta nadie, ni la Farolera ya tropieza más; Mambrú ya no va a la Guerra, ni los Maderos de San Juan hacen aserrín, aserrán y a Su Señoría ya no le dicen más sus Buenos Días”. El Fideo fino sólo se puede hallar en una Fábrica de Pastas…
Hoy todo es digital, hoy todo es virtual. Hoy si algo no tiene chips o bits, no divierte. Hoy la imaginación de los niños permanece aletargada, sin uso. ¿Para qué? Si una consola de juegos o una computadora ya tienen todo listo, con mejores imágenes que las que el cerebro puede aportar. ¿Para qué? Si hay alguien al que le pagan para usar su imaginación por ellos. Hoy todo aburre. Una escondida, una ronda se ve como algo tonto; la inocencia quedó aplastada por ladrones de autos o asesinos despiadados desde el monitor de una computadora dentro de un oscuro cibercafé o el cuarto cerrado de una casa.